El pasado sábado las autoridades de la isla de Malta por fin autorizaron el atraque del pesquero español "Francisco y Catalina" que durante siete días permaneció a 12 millas frente a la costa de La Valetta
Francisco y Catalina el viernes 14 hizo lo que tenía que hacer y rescataron a 51 inmigrantes, subiéndolos a bordo y variando el rumbo para ponerlos a salvo en Malta. (supongo que era el cacho de tierra que les quedaba más cerca).
Este hecho que probablemente pasase inadvertido para nuestras conciencias ocupadas en otras cosas se ha convertido gracias a la burocracia e ineficacia del primerísimo mundo en el culebrón del verano.
51 personas más la tripulación del Francisco y Catalina permanecieron en un limbo legal durante seis días, los primeros a salvo pero sumidos en la confusión más absoluta, preguntándose que coño hago yo todo este tiempo en un pesquero. Los segundos perdiendo dinero día si día también por su loable labor humanitaria.
Con los inmigrantes se aplicó la aritmética más escrupulosa, primero una división tomando como divisor el número de países comprometidos a la devolución aérea de los inmigrantes, con un modificador al alza según la bandera del buque rescatador más unos factores aleatorios que daban un resultado de: España 43 de los que se dará acogida a 18 y repartirá el resto por Italia 10, Andorra 5 y la ACNUR 10. Malta como país anfitrión de todo este jaleo se queda con 7.
Ver en El País: Subasta de inmigrantes en el Mediterráneo
La respuesta institucional a parte de lenta e ineficaz convierte en héroes mediáticos y condecorados a los pescadores, incluso propuestos para el premio Príncipe de Asturias de la Concordia, intentando restañar con esto las heridas mentales del resto de pescadores que hoy por hoy se lo pensaran dos veces antes de hacer un rescate.
